Un cafecito por favor

Feliz día soberana, espero que estés muy bien. Hoy te cuento una partecita de mi historia, la llamaré «un cafecito por favor».

Frente a un cortado mal preparado en una taza de vidrio y con una mano con dermatitis, vienen recuerdos de mi primer trabajo. Donde fue la primera vez que me vino dermatitis por meter la mano en cloro industrial up! y donde escuché sobre «barismo«. En ese entonces era asistente de barra en una cafetería y aunque me decían los clientes «la barista», la experta en café, no tenía ni idea a que se refería. En ese lugar me enseñaron 2 garzones a preparar distintas preparaciones con café expreso, porque yo no sabía nada de café ni me gustaba. Así hoy con un café preparado muy parecido a ese cortado, vinieron recuerdos de una historia que no te había contado y creo que ya es el momento que la conozcas.

Había una vez una versión de mí de 17 años que era muy tímida, me ruborizaba por todo y ocupaba los delantales unos 20 cms bajo la rodilla. Aquellos años que me escondía en la iglesia del lugar y lloraba frecuentemente, porque mis compañeras de trabajo me trataban pésimo y la verdad no entendía el por qué, luego de unos meses conocí sus historias y comprendí que sus formas de ser, no se trataba de mí, si no, de ellas y sus inseguridades de mujeres adultas. En ese camino aprendí que no debía dejarme llevar por la primera impresión, no sé si conocen el efecto halo, si te interesa ese tema te dejo el link por aquí.

Pasaron unos meses y una de ellas fue quién me dio el empujón para hacer un cambio, me dijo «Esta vida no es para ti, ándate, te mereces mucho más que esto». Aún recuerdo ese día, a ella le agradezco un montón por ayudarme a tomar la decisión de moverme, por ser honesta y apoyarme. Nunca se sabe que personas pueden hacer un cambio en tu vida, para bien o mal; por ello hay que ser cuidadosa con nuestras palabras.

En ese lugar no aprendí mucho de café, pero si el trato a las personas, la atención de público, varios clientes me recomendaban y me llamaban a mí para ir a dejarles pedidos, me gustaba lo que hacía y apezar de los horarios locos y las largas jornadas laborales, recuerdo a ese trabajo con amor, aprendí mucho. Soy feliz de ver mi crecimiento al escribir de este tema, porque hoy al contar esta historia, no me duele ni me pongo a llorar, por años me daba mucha tristeza esa Karen que lloró tanto, que se sentía muy fuera de lugar y no entendía porque la trataban así. Afortunadamente tuve compañeros de trabajo que me defendían del mal trato de ellas, que claro cuando ellos no estaban, ellas se aprovechaban de hacerme bullying.

Recuerdo que una vez mientras preparaba un café y un doctor me dijo: «¿cómo estás Karencita?» y yo me largue a llorar, si lo pienso hoy: estaba con un poco de depresión y estrés, no es normal que cuando te pregunten el ¿cómo estás? y te largues a llorar.

Aún no me termino el cortado doble y ya está historía está casi lista… observo mi alrededor, escucho la playlist de «Tiempo para ti» sintiendo el viento que está cambiando a cálido, ya van a ser las 12:30 en este día de verano y siguen viniendo momentos de esa época, conversaciones con médicos, enfermeras, clientes en general, algunos riéndose y otros llorando (no les dije que está cafetería era en una clínica). Parte de mi trabajo no solo era el café, usualmente también era escuchar con atención por unos 5 minutos a todas las personas que lo necesitarán, varias veces algunos clientes me decían «no entiendo, por qué esto me pasa a mí» y yo les escuchaba, por mientras que les elegía algo cosita dulce para ayudar un poquito, junto a la escucha.

La vida en un minuto, renuncié a ese trabajo luego de volver de vacaciones. De ese lugar me quedaron lágrimas, risas, abrazos, cositas dulces y gratitud por todo el aprendizaje… pasaron unos 15 años y volvió el café a mi vida, hice un curso de barismo que había querido hacer por mucho tiempo. El café como antes te comenté, no me gustaba, lo encontraba amargo y de mal sabor.
Felizmente me equivoqué, me di cuenta que el café estaba mal hecho, mal preparado y esa era la gran diferencia. Lo que me habían enseñado en aquel momento, lo tuve que desaprender y descubrí un montón de nuevos sabores y mis sentidos aprendiendo nuevamente, lo primero que me fijé fue que al tener un café de especialidad bien preparado hace la diferencia (se consideran varias variables tales como la temperatura, molienda, ratio, calidad del café y agua, entre otras cosas), también que la leche no debe calentarse a más de 65°C., así podrás sentir el dulzor natural de ésta y si la mezclas con el café expreso o un café de la moka italiana, quedará perfecta, no necesita nada más. Por aquí te dejo links de las preparaciones que tengo en mi blog con café.

Ya ha pasado el tiempo y sigo feliz conociendo nuevos sabores y técnicas, me considero una barista aficionada, hago distintos cafecitos con diferentes métodos de filtrado y disfruto al prepararlo junto a la compañía de mi amor, de mis padres y amigos junto a un cafecito y alguna cosita dulce (recetas aquí)

Este cortado se acabó, luego de un rato cambió su sabor, hay cosas que llevan su tiempo y como el café ya se acabó, esta historia llega hasta aquí.
Te agradezco por acompañarme soberana, gracias, gracias, gracias por estar aquí. Te mando un abrazo gigante, espero que tengas un lindo día y disfrutes una taza de café y digas» un cafecito por favor».

2 comentarios en “Un cafecito por favor”

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